lunes, 26 de septiembre de 2016

Amenaza



Ahora resulta que Andrés Manuel López Obrador promete una "rebelión en la granja", dice que los políticos, la mafia del poder “usan dinero para comprar lealtades y votos, engañan, trafican con la pobreza. Por eso pueden postular a una vaca o un burro, son lo mismo, fulanos y menganos, puercos y cochinos, cerdos y marranos. Muy pronto habrá una rebelión en la granja y se acabará con la corrupción y la violencia. Tendremos producción, trabajo y bienestar para todos”. ¡Qué bonito suena! ¡Qué lindo nuestro mesías tropical. Y yo le creería, de verdad le creería. Su discurso, ese que repite cada dos minutos, es, de verdad, lo que este país necesita para cambiar y salir adelante, para dar un golpe de timón y ser otro de una vez por todas. E insisto, yo le creería y hasta lo apoyaría, si no supiera de dónde viene y de qué está hecho este hermoso rayito de esperanza.

Quien no está con él, está contra él. Y entonces es enemigo de México. Vive en una campaña perpetua. Incendiario, doblemoralino y tapadera de delincuentes (¿verdad Bejarano, Ponce y Abarca?). Vive modestamente con cincuenta mil pesos al mes y nunca explica cómo rayos le alcanza para viajar por el mundo y para comprarles coches y tenis a sus hijitos. Gobernó la Ciudad de México del 2000 al 2006 y nunca vimos que se acabara con la corrupción, ni la violencia. Tampoco hubo producción, trabajo, ni bienestar para todos.

Si el discurso mesiánico, tan llevado y traído, lo lanzara alguien con calidad moral tendría otro impacto, ¿pero AMLO? No gracias, a otro hueso con ese perro.

Y quizá lo traicionó el inconsciente, o no leyó la obra del maestro George Orwell, pero "Rebelión en la granja" es una excelente alegoría de una revolución que acaba en dictadura. Abusados.

Obituario: Apareció muerto el padrecito que se llevó a un niño al hotel. Si lo mataron por pederasta, ¿estuvo bien? Es pregunta.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Gritos y contrastes



El primer grito de independencia que recuerdo haber visto fue el último de José López Portillo, en 1982. El tipo gritó como si tuviera ganas de hacerlo, supongo que porque ya se iba. En el momento de aquella arenga la tele mostraba a la gente que estaba en la plancha del zócalo y que miraba para arriba, que contestaba con vivas y que se ilusionaba con un México mejor y más justo para ellos y todos los suyos.

Yo pensaba en esa gente, en el pueblo, en la gente que busca una válvula de escape para zafarse de la inmundicia que vive a diario. Esas personas que viven al día, que no saben qué van a comer mañana y que no pueden mandar a sus hijos a la escuela porque no tienen para los libros. Sin embargo van a Palacio Nacional a ver el grito de un señor vestido con un traje carísimo que ni siquiera sabe que existen, se compran un elote y una bolsa de huevos con confeti, no hay para más. Pero lo disfrutan, se evaden, es “noche libre” y hay qué divertirse, hay que reír, la vida se hizo para vivir, por más difícil que resulte. Ya mañana será otro día, a ver cómo le hacemos.

Y el señor que grita (se supone que) hace todo por el pueblo al que representa. Saca al balcón a su esposa, a sus hijos. Entre la ropa que visten todos podemos sumar millones de pesos, suficiente para que varias familias, de esas que están allá abajo, cubran sus principales necesidades durante cuatro o cinco años. Ajá, con la pura ropita de la familia presidencial. Esa que tararea La Bikina mientas contempla el espectáculo de los juegos pirotécnicos, mismos que fueron diseñados especialmente para ellos, aunque los puede disfrutar la perrada, total, no hay que ser díscolos.

El pueblo le mienta la madre, ¿por qué no? Es liberador, se siente rico y además se lo merece. Es una catarsis preciosa. Si ya vine hasta acá y lo tengo tan cerquita, lo menos que puedo hacer es mentársela… Y luego a bailar y a cantar y a disfrutar del show, siempre se pone bueno, siempre llevan a un artista chingón. A gozar que la vida es corta y la noche es larga. Mientras, arriba, con un cuarteto de violines amenizando la refinada ocasión, el titular del poder ejecutivo cena elegantemente con sus distinguidos invitados, claro, al tiempo que piensa y piensa cómo hacer para mover a México y sacar adelante las reformas que el país necesita… 

Obituario: El dólar ya llegó a los veinte… ¡¿Qué hacemos ahora Andrea?!

martes, 13 de septiembre de 2016

La familia como Dios manda






Líderes de distintas iglesias organizaron conjuntamente la marcha que se realizó en todo el país, el pasado sábado 10, y la que se realizará el siguiente sábado 24 en contra de la iniciativa del presidente Enrique Peña Nieto que propone legalizar los matrimonios gay. No piden, exigen que sólo reconozca al matrimonio conformado entre un hombre y una mujer, y que además se respete el derecho que tienen los padres de familia a educar a sus hijos conforme a sus valores. “La familia no es un laboratorio a expensas de las ideologías de género”, dicen. 

Y tienen razón, la familia y el matrimonio son instituciones pulcras, inmaculadas, que deben manejarse de acuerdo al mandato divino de Dios… ¿Y cómo lo manda Dios? Pues como lo dice la Biblia, con la palabra del Padre, con sus reglas, sus preceptos y sus órdenes. 

Así, la Biblia habla del matrimonio de hombres con su hermana, con la esposa de su hermano muerto, con sus sirvientas, con su víctima de violación, con varias mujeres, con sus prisioneras vírgenes, con muchas concubinas. Échenle ojo al libro de Corintios, al de Efesios, al Éxodo y al Deuteronomio… ¡Chulada de textos! ¡Te alabamos Señor!

No, mejor nos rasgamos las vestiduras y prohibimos todo aquello que nos parece mal, todo lo diferente, todo lo que nuestra ceguera no nos deja ver, ni entender. 

Mejor concibamos la Biblia como el texto histórico que es, que refleja los ideales morales de la época en la que fue escrita. No podemos usar el librito para atacar la evolución social. Sin embargo, nunca faltará el que defienda sus arcaicas creencias con lindísimos versículos. Allá ellos, cada quien tiene sus creencias y en gustos se rompen géneros. Y  los géneros, si son iguales, pueden casarse entre ellos, ¿por qué no?

Obituario: ¡No te mueras Hillary, no nos abandones aún!